Olas, mantas, relojes que cesan.
Un grito.
Al cuarto lo invade la calma.
Y el de después...
las paredes se ensanchan,
los cuerpos pesan.
Susurros de amor al oído
que tienden al infinito
la satisfacción calurosa.
Entre olas, mantas de placer,
kalpas de tiempo
que se reducen a tres momentos.
El antes, el ahora y el de después.
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