jueves, 8 de enero de 2015

Prefacto prefacio perfecto

Y ella, sonriente en tres largas horas desde la una
con torpeza, entre dientes, suave claro de luna.
Flores silvestres
al día siguiente adornarían la bruma
del sol naciente
junto a la inmensidad de los vaivenes
de los mares, que vienen y van
estás, susurrantes confesarían
infinitas veces que eres tan perfecta como ninguna.
Y entre que en tus pupilas el reflejo de la luna
aullaba perfecta.
Y los surcos de tus labios me decían con disimulo
que eras perfecta.
Y la luz de tus ojos me decían con ternura
a la luz de la luna

eres perfecta.

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