domingo, 25 de septiembre de 2011

Protegido (Poesia en prosa)

Mientras dormía, o eso parecería, emergió de entre las sombras una luz negra sin color, una silueta, pero no como cualquiera de la habitación. La pude ver, me hice el dormido, mi ritmo cardiaco amenazó aumentando el latido de mi pecho; de hecho, se acercó aquel ser, y yo, estrecho, me pareció que la tragedia terminó. Pero me di la vuelta al cabo de un breve tiempo y por la espalda puñalada trapera. Sentí dolor, sentí calor, cambió mi color radical, comenzó por la grieta y empezó a bajar indirectamente a mi temperatura corporal. Me llegó al corazón, me supo la sensación amarga por la sangre salada que penetró en mi ácida boca, tragué la dulce saliva mientras mi cuerpo caía, ya que se desquebrajó la cama en la que yo dormía, y con forma al centro de la Tierra tenía la alta sensación de que yo bajaba, más calor cuanto más adentro, sentía mi cuerpo que no se movía, aunque quisiese, mirando hacia arriba como me desvanecía, mi cuerpo se desintegraba de la velocidad de subida, perdón, bajada. Cuando al fin sugirió la situación despertar, al verlo yo oportuno, desperté y sin más mínimo ruido, me volví y giré, con la espalda pegada a la pared sentí de nuevo el frío, acto seguido, que con escalofríos había perdido. Fue una de las mayores pesadillas había sufrido y al final por despertar me recuperé. Entre la manta me sentía protegido.

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